Tercero Medio 3º
Unidad 1
Subunidad 1: La situación enunciativa de la argumentación
La situación de enunciación del discurso argumentativo se caracteriza por la diferencia de puntos de vista o de posiciones que sostienen los protagonistas de ella –emisor y receptor– sobre el objeto o tema del discurso, que es un asunto polémico o susceptible de suscitar opiniones diversas. Se trata pues de una situación de encuentro y diálogo entre puntos de vista diferentes sobre los variados objetos que son materia de comunicación humana.
Tiene como finalidad convencer razonadamente o persuadir afectivamente a otros acerca de la validez de la posición que se sostiene y concitar su adhesión a ella o influir en los receptores para que modifiquen sus puntos de vista o asuman determinadas actitudes o comportamientos.
Dicha situación comunicativa se manifiesta en múltiples ocasiones de la vida de relación interpersonal.
Pero además de esas situaciones que corresponden más bien a la vida pública, el discurso argumentativo se hace presente con mucha frecuencia en la comunicación habitual entre las personas: una petición de permiso de los hijos a los padres para realizar una determinada actividad puede generar un intercambio de argumentos o razones y de contraargumentos si las posiciones que unos y otros sostienen son diferentes; los comentarios que se intercambian entre amigos acerca del resultado de una competencia deportiva, de la película que vieron, de un libro que han leído también dan ocasión de exponer puntos de vista distintos y de esgrimir las razones que dan fundamento a la posición que cada quien sostiene o defiende o las razones mediante las cuales se trata de anular la validez de la opinión que formulan los otros participantes en la discusión.
Unidad 1
Subunidad 2: El discurso argumentativo
El discurso que se enuncia en situaciones argumentativas de comunicación tiene una estructura básica que es necesario conocer para la adecuada producción y lectura crítica de estos discursos cuya finalidad es convencer mediante razones y persuadir mediante la apelación a los afectos y voluntad de los receptores.
Esa estructura contempla un componente lógico-racional, que es fundamental e imprescindible al discurso argumentativo, al que se suman los elementos propiamente retóricos.
El reconocimiento de esa estructura se propicia planteándonos, tanto frente a los discursos argumentativos que debemos producir como en la lectura o audición de los producidos por otros, las preguntas básicas acerca de: cuál es la opinión o tesis que queremos sostener sobre el tema de nuestro discurso o la que sostienen los autores de discursos argumentativos; qué razones o argumentos damos para apoyar la opinión o tesis que sostenemos o para refutar o anular opiniones diferentes; en qué nos basamos para formular nuestra opinión y construir nuestros argumentos o en qué se basan los de los enunciantes de los discursos que leemos o escuchamos.
Otro aspecto que cabe tener presente en la consideración de la estructura básica del discurso argumentativo es su carácter dialógico, lo que significa que siempre –aun cuando no se los enuncie explícitamente- frente a un argumento existe o puede existir su contrario, es decir, un contraargumento.
Unidad 1
Subunidad 3: Recursos verbales y no verbales de la argumentación
Además de la situación comunicativa que la caracteriza y de la organización específica del discurso que produce, la argumentación utiliza para su desarrollo expresiones verbales que son marcas a través de las cuales este tipo de discurso puede reconocerse, y que son a la vez recursos preferenciales para su construcción.
Así, por ejemplo, los conectores causales, consecutivos, adversativos y concesivos, que cumplen funciones de refuerzo de las razones y opiniones propias, y de debilitamiento de las de la contraargumentación.
Es importante que alumnas y alumnos se familiaricen con ellas y sus funciones, aprendan a reconocerlas y a utilizarlas con propiedad. Esto resulta particularmente relevante porque algunas de las distinciones –entre conectores causales y conectores consecutivos, y entre adversativos y concesivos, por ejemplo– son relativamente sutiles y su mal uso puede descalabrar la argumentación que se haga, sin que el emisor comprenda cabalmente qué es lo que ha sucedido. Las relaciones entre las partes del discurso en que se funda la argumentación tienden a ser más complejas que las del discurso expositivo simple. Por eso se dedica una subunidad a este tipo de elementos, y no se les integra simplemente en la Subunidad 2, dedicada a la estructura del discurso argumentativo.
Unidad 2
Subunidad 1: El tema del amor en la literatura
El amor ha sido y es motivo constante de la creación literaria, así como también de muchas otras manifestaciones de la cultura. Lo encontramos tanto en mitos y leyendas de la antigüedad, como en obras literarias contemporáneas; en expresiones musicales, pictóricas y escultóricas de distintas épocas, como en textos filosóficos, en películas, teleseries, en las letras de canciones, en fin, en múltiples y diversos productos de la cultura.
El amor es también frecuente tema de nuestros diálogos interiores, de las confidencias que se hacen entre amigos, de las consultas que reciben sicólogos, médicos o especialistas en temas afectivos. Y es que el sentimiento y experiencia amorosos, en la inmensa variedad de sus manifestaciones, son decisivos en la existencia humana, expresión de anhelo de traspasar los límites de nuestra individualidad, de proyectarse en el otro, de fundirse y ser uno con él.
La literatura amorosa viene a ser así un asedio a esa compleja experiencia afectiva que resulta tan difícil de expresar, que parece resistirse al poder de la palabra para expresarla y que, sin embargo, ha producido algunas de las más hermosas y significativas obras de la literatura universal. Algunas de ellas son materia de esta unidad y su lectura, además de ponernos en contacto con la creación de grandes escritores y acceder al conocimiento de obras clásicas de nuestra cultura, nos aproxima a una mejor comprensión de una experiencia fundamental en la vida de todo ser humano.
Unidad 2
Subunidad 2: El viaje como tema literario
En el ámbito de la tradición literaria, uno de los temas que adquiere una significativa relevancia es el viaje, indudablemente porque representa, de un modo u otro, la existencia humana misma. Adquiere, por lo tanto, el estatus de un símbolo o metáfora de la vida humana con variables que permiten establecer sus diversos sentidos en el plano de la interpretación de una cantidad importante de obras, reconocidas como clásicas y parte del bagaje cultural de una persona en nuestra sociedad. En ellas el viaje constituye el concepto que estructura todos sus elementos, como ocurre en La Odisea, La Divina Comedia, El Quijote, Los viajes de Gulliver, La montaña mágica, algunos cuentos de hadas, etc.
El dominio de los sentidos que adquiere el viaje, por lo tanto, en la tradición literaria, como muchos otros temas, resulta fundamental para orientar a los estudiantes hacia una comprensión apropiada de tales obras y obtener aquellos aprendizajes que les permitan dar sentido a variados aspectos de la vida humana, tanto propia como de otros.
Si se considera la vida común y corriente de los seres humanos, el viaje constituye una actividad cotidiana, habitual, con un propósito definido (realizar un trabajo que permite la subsistencia, un trámite en alguna oficina, visitar a alguien, ir de compras o a divertirse, etc.) no exenta de posibilidades insospechadas que muchas veces rompen nuestros esquemas rutinarios de vida.
En términos generales, en el ámbito de la tradición literaria, distinguimos algunas formas arquetípicas del modo como se ha representado el tema del viaje. De algún modo, todas sus variables se inscriben en alguna de las siguientes formas: el viaje a los infiernos, el viaje interior y el viaje por diversos espacios terrestres y sociales.
Anexo 1: Línea de tiempo de la producción literaria de Occidente
Este anexo tiene por propósito entregar al docente y, por su intermedio, al estudiante una cronología que le permita ordenar en el tiempo las obras, movimientos y periodos literarios de diferentes épocas y contextos con los que hayan tomado hasta aquí contacto. También se incluyen otras obras que, aunque no hayan leído hasta el momento, son de mención frecuente en su calidad de hitos no sólo literarios, sino también culturales en Occidente.
Anexo 2: Repertorio sugerido de obras literarias
Este repertorio se propone como guía y referencia para el cumplimiento del programa, mediante una inserción significativa de los estudiantes en la tradición de la gran literatura de la tradición occidental. Puede ser complementado y enriquecido por el docente, atendiendo a las especificidades e intereses del alumnado.
En todo caso, las obras que lean –que sumarán como mínimo 1.500 páginas en total– deberán pertenecer en treinta por ciento al menos a autores cuyo nombre se destaca con una letra (a), y en el sesenta por ciento a obras escritas originalmente en castellano, o traducidas por un escritor de prestigio.